miércoles, 13 de octubre de 2010

Los Lagartos Escoceses

-Hey, Jesse… Quiénes son ellos? –pregunte mientras señalaba a un grupo de chicos muy guapos. Todos tenían la misma camiseta, como si pertenecieran a un equipo de fútbol o algo parecido.

Había uno de los chicos que llamaba más la atención que el resto: iba caminando al frente del grupo, como si fuera el ‘líder’ o algo parecido, además todas las chicas lo miraban como un trofeo, algo imposible de alcanzar.

-Ah, ellos son los chicos del equipo de fútbol –tal como yo había dicho-. El que va al frente es el capitán del equipo, su nombre es Ian Seerve. Los chicos que lo rodean son Tom, Isaac, John, Steve, Samuel, Fred, Jackson, Simon, Ray, Bill, Robbie, Michael, Dennis, Paul, Timothy y Liam.

Todos tenían el mismo prototipo: los 17 eran altos y musculosos, todos eran guapísimos y para rematar, todos estaban vestidos iguales –vaqueros azules con la camiseta del equipo.

No me entretuve mucho más mirando, me basto con ver sus aires de superioridad para saber que no valían la pena, aunque el tal Ian no pareció pensar lo mismo de mi. En cuanto me vio, me dirigió una inquieta e insinuante mirada que me puse un tanto nerviosa, y Jesse se removió incomodo a mi lado. Ojala no me tocara en ninguna de sus clases.

Lamentablemente no fue así. Después del almuerzo teníamos una hora de Lengua y el resto de la tarde gimnasia. Genial.

Camine alegremente al lado de Eva hasta la clase, pero toda mi alegría se fue al piso cuando vi que solo quedaban dos lugares disponibles, y no estaban juntos. Entre ellos había un pupitre que lo ocupaba el tal Ian. Mierda

Me presente ante el profesor y ocupé el lugar que estaba cerca de la ventana. Si me sentaba ahí tenia un lugar hacia el que mirar si las cosas se tornaban incomodas. No seas idiota, Mac. Nada malo tiene que pasar, estas un poco paranoica por que es el primer día, solo eso, trate de consolarme. No tuve éxito.

-Con que tú eres la famosa Mackenna... –dijo Ian una vez que me senté- . Soy Ian Seerve, capitán del equipo de futbol del instituto, los Lagartos Escoceses. –No me gusto su tono de superioridad, por eso mi contestación fue seca, tajante.

-Si, lo soy. Encantada. –No dije nada más, pero podía sentir su mirada en mi rostro, examinándome. Deje que mi pelo callera sobre mi cara, para evitar todo tipo de contacto visual.

-Vamos, Mackenna, no seas así –susurro mientras con un rápido movimiento ponía mi cabello detrás de mi oreja.

-Seerve, si no se calla y deja a la Srta. Graystone en paz, tendré que hacerle un llamado de atención –dijo el profesor Brown, que por un lado se lo agradecí por quitarme de encima a Ian, pero por otro lado lo odie porque hizo que toda la clase se volteara a mirarme fijamente.

Si alguna vez me había sentido incómoda y había deseado que la tierra me tragara, no se comparaba en nada a ahora.

La clase transcurrió lentamente, hablando de la forma de escribir de William Shakespeare. Nunca me había aburrido tanto. Lo único que me mantuvo un tanto alegre fue pensar que tenía tres horas de gimnasia por delante.

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HE VUELTO!! Jajaja, perdón por no haber publicado en tanto tiempo, pero las razones ya están nombradas en el otro blog :).

Comenten mucho y pasen la voz para que la gente sepa del blog!

Besos y cuídense.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Clase de pintura.

La clase de matemática paso bastante rápido, por suerte. Estuvimos toda la hora mandándonos pequeñas cartas con Eva. Ella me contaba del instituto, sus amigos y profesores, etc.
-Ahora solo dos horas de arte y después el almuerzo –dijo como si le encantara la idea.
-Te gusta pintar? –le pregunte. Me caía muy bien, una amiga que valía la pena en menos de tres horas. Soy genial.
-Si, es mi pasión. En casa tengo muchísimas cosas y libros sobre pintura y dibujo.
No dijimos nada más porque ya habíamos llegado a la clase.
La Sra. Simeone nos hizo pararnos a cada uno en frente a un caballete con un lienzo en blanco. Dijo que pintáramos lo que quisiéramos, lo primero que se nos viniera a la mente.
La profesora era una mujer bajita y regordeta, que tendría que estar entre los 45 y 50 años de edad. Su pelo parecía una esponja, era un rulo rubio al lado del otro, que iban a juego con sus ojos color caramelo.
-Mierda, soy malísima pintando. –murmure.
-No te preocupes –dijo una voz masculina a mi izquierda- yo también. -Me volteé con un rápido movimiento para encontrarme con un chico muy alto y muy delgado, de pelo castaño, y de ojos… bueno, en realidad tenia un ojo verde y otro marrón. Eso me asusto al principio, pero no deje que se notara. No quería caerle mal a nadie en mi primerísimo día- Soy Jesse.
-Mackenna –sonreí.
-Ya lo se –me sonrío de vuelta-. Todo el mundo sabe quien eres. Y los de un año arriba de nosotros, todos saben quienes son tus hermanos. En esta cuidad, si te compras incluso un perro, todo el mundo sabe el nombre, la raza, cuando te lo compraste, TODO.
Nos reímos los dos. Otro amigo más.
-Hey, Jesse, cuidado con mi amiga. Tiene novio –dijo Eva con una sonrisa por encima de mi hombro.
-Ah, esta bien. Y yo que tengo que ver con eso? –le pregunto.
Ella simplemente le saco la lengua.
-Y… cómo se llama tu novio? –me pregunto Jesse.
-No tengo –me reí-. Eso lo invento Eva. Tuve, pero deje la cosa como hace tres meses.
Como la Sra. Simeone nos estaba mirando por arriba de sus gafas, los tres nos callamos y comenzamos a pintar.
Para el final de la clase, mi lienzo estaba lleno de rayas de colores oscuros, representando el tiempo que hacia fuera, supongo.
Eva había hecho una flor marchita que estaba espectacular. Y Jesse, bueno, Jesse había tratado de hacer una playa, pero al final termino siendo una maraña de colores.
-Mackenna, que se supone que era tu dibujo? –pregunto Eva en el camino al almuerzo. Jesse nos acompañaba, ya que era uno de los chicos del grupo de sus amigos.
-No me llames Mackenna, por favor. Dime Mac, odio mi nombre –supliqué-. Y contestando tu pregunta, te digo la verdad, no lo se. Arte abstracto –dije poniéndole una nota enigmática a la palabra.
Los tres nos carcajeamos un rato.
Una vez dentro del comedor, todo el mundo me observaba. Me senté con Eva y su grupo de amigos, me los presento a todos: Rachel, George, Matthew, Simon, Mary, Valerie, Eloise y Mindy.
Una vez sentada entre Eva y Jesse y con mi bandeja de comida en frente los vi…
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Espero que les guste la entrada. Se que hace mucho que no publico, pero la inspiración había decidido irse de vacaciones.
Comenten mucho!
Besos, Lali.

martes, 27 de julio de 2010

Primer día.

El domingo, desgraciadamente, paso demasiado rápido.
Nada interesante ocurrió. Estuve toda la mañana en mi biblioteca. El resto de la familia ignoraba eso, pensaban que seguía durmiendo.
-Mamá, sabes algo del instituto? –pregunte con nerviosismo.
Ellos nos habían anotado a los gemelos y a mí, pero no nos habían dicho nada: ni como era, la clase de gente que había, que materias nos iban a enseñar... En otras palabras, NADA.
-Les va a gustar mucho. Además, no habían muchos institutos de donde elegir, era este y uno mas, así que... Este es el mejor. Estoy segura de que les fascinara. –Fue lo único que dijo, parecía que ella tampoco sabía mucho. Que bien... ¬¬
-RIINGGGG!!!! –sonó mi reloj despertador.
Mierda.
Me bañe y vestí sin estar consciente de nada, como si fuera un autómata.
No desayune, ya que los nervios habían formado un nudo en mi estomago.
Mamá insistió en llevarnos, aunque perfectamente podríamos haber ido nosotros solos. Creo que ella estaba más nerviosa y preocupada que nosotros tres juntos.
-Adiós, que tengan un buen día! –dijo desde el coche-. Suerte!
Nos quedamos los tres quietos, sin movernos, mirando el edificio.
Era una especie de cubo hecho de ladrillos demasiado rojos para resultar agradables. No habían árboles, solo pasto corto y medio amarillento. Y eso que con lo que llovía aquí...
También tenía un cartel de bienvenida en la entrada, pero no me pare a leer lo que decía.
Llegamos justos de tiempo. Cuando había terminado de sentarme en mi banco, sonó el timbre.
Los nervios me carcomían por dentro.
-Buenos días –dijo la profesora. No tenía idea de cómo se llamaba, ni de que asignatura era-. Soy la profesora de Historia, la Sra. Baxter. Aquí tengo sus horarios...
Blah, blah, blah. La Sra. Baxter siguió hablando, pero no preste atención. Era una mujer bastante alta, de una flacura traumante. Sus severos rasgos, ojos oscuros y el pelo gris le daban un aspecto que daba miedo.
Parecía la clase de persona con la que nadie querría meterse en problemas.
Estuvo toda la clase dando un discurso sobre las normas de la institución, y se que tendría que haberle prestado al menos un poco de atención, pero no lo hice.
Podía sentir las curiosas miradas de mis compañeros sobre mí, escrutando mi cara, mi cuerpo, mi ropa, pertenencias, todo. Me sentía observada.
La clase transcurrió muy lentamente. Cada vez que miraba mi reloj de muñeca, pensando que había pasado una eternidad desde la última vez, la manecilla de los minutos se había movido increíblemente poco, y así estuve toda la hora.
-Me caes bien-dijo una voz a mis espaldas una vez terminada la clase.
Me voltee lentamente.
-Ehh... Gracias. Perdona, pero tu eres...? –dije con timidez. Sentía las miradas de todos puestas en mí.
-Me llamo Eva –se presento. Era una muchacha de estatura media, un par de centímetros menos que yo, menudita. Su pelo castaño oscuro le llegaba hasta la cintura, mientras enmarcaban sus aniñadas y delicadas facciones. Parecía una muñeca con ojos negros increíblemente hermosos. Eran rasgados hasta lo imposible, con unas gruesas y largas pestañas que los enmarcaban.
Siempre le di mucha importancia a los ojos a la hora de conocer a alguien. Dicen que los ojos son el espejo del alma, y, aunque sonara imposible, yo me daba cuanta de quien valía la pena y quien no con tan solo mirarlos a los ojos. Esa chica valía la pena, y mucho.
-Te vi el horario por encima del hombro, espero que no te moleste –continuo-. Estoy en todas tus clases. Quieres venir conmigo a la que viene?
Acepte con un solo y firme movimiento de cabeza, y mi pelo anaranjado se sacudió, llamando nuevamente la atención de todo el mundo.
No hablaba mucho, pero su silencio no incomodaba. Cuando lo hacía, su voz siempre era calma y firme. Si la vieras sin haberla oído antes, pensarías que tiene una voz aguda como la de un niño, pero todo lo contrario, tiene una vos grave de lo mas agradable, sin dejar de ser femenino, por supuesto.
-El profesor de matemáticas, el Sr. Calloway –dijo mientras lo señalaba con la cabeza. Se había sentado a mi lado-, lo tuvo Keith, mi hermano mayor –agrego al ver mi rostro-. Dicen que es de lo más estricto. Una vez Keith se olvido de hacer la tarea, y le mando cuatro ejercicios el doble de largos, que obviamente, los hizo aquí, ya que lo obligo a quedarse después de clase.
No pudo decir nada más porque el Sr. Calloway entro e hizo que todo el mundo se callara.

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Espero que les guste la entrada. Perdón si no les parece muy entretenida, pero no tenía mucha inspiración.
Gracias a Eli y Lucky que siempre me comentan. Sus comentarios me alegran el día, por más cortos que sean (aunque nunca lo son, jajaja).
Besos y comenten mucho, Lali.

jueves, 15 de julio de 2010

ECLIPSE ♥♥♥

VI ECLIPSE!!!!!!!!!, Y ME PARECIO LA MEJOR PELICULA QUE VI EN MI VIDA!!!!!!!!!!
Personalmente, Crepúsculo me encanto la primera vez que la vi, pero no había leido el libro, cosa que hice, y despúes la volvi a ver, y no me gusto tanto. Luna Nueva fue arena de otro costal: lei el libro muchísimo antes de que se estrenara, y esa es una de las peliculas que me puedo permitir decir que es mala, aunque las partes en que aparece Jacob sin camiseta... no puedo decirlo mismo, jajaja.
Eclipse me parecio E-S-P-E-C-T-A-C-U-L-A-R, asi, con todas las letras.
Espero que las que no la vieron la puedan ver, y las que si, la vean otra vez.
Besos y cuidenseee!!!

Gafas negras.

Era idéntico al chico de mi sueño, o sea, idéntico a Edward.
Tenia el mismo tono rubio casi blanco de cabello, la misma altura, todo igual, excepto los ojos, que quedaban escondidos tras unas gafas muy oscuras; y cuando digo muy oscuras, créanme.
Tardo unos segundos en pronunciar palabra.
-Disculpa... –dijo vacilante. Tenía un acento muy extraño-. Es esta la casa de los Graystone?
Sonaba nervioso, y el único razonamiento que fui capaz de hacer era que estaba sediento, y que una casa con cinco indefensos humanos le parecía casi irresistible.
-Si. –Conteste con una sonrisa, tratando de ser amable. Capaz que si le agradaba se apaciguara un poco- Tu eres..?
-Ah, disculpa. Vengo de la empresa de muebles –dijo señalando el camión con la cabeza-. Creo que tenemos un encargo.
Le dije que aguardara un momento y subí la mitad de la escalera, y una vez en el descansillo, grite:
-PAPÁ! Han llegado los muebles! –y en mi fuero interno añadí: Y algo más...
Volví hacia donde estaba el chico.
-Soy Mac –me presente-. Quieres pasar?
-Eh... Tengo que entrar las cosas del camión, así que entrare de todas formas. –Sonrió, parecía estar, más tranquilo y a gusto.
Abrí la puerta en su totalidad y lo deje pasar. Después entro con el un hombre mucho mayor, de la edad de papá mas o menos. El chico debía de ser su <<aprendiz>>.
Dejaron todo en el piso de arriba, pero en una de las habitaciones vacías.
Se despidieron mientras mamá les pagaba y les deba una pequeña propina. Luego se fueron, y antes de irse, el chico volteo en mi dirección para verme una ultima vez.
Las mariposas inundaron mi estomago.
-Bueno chicos, el primer cuarto que amoblaremos será el de Mackenna, así que manos a la obra! –ordeno papá.
-No me llames así –farfulle-. M-A-C, solo Mac.
Mientras cargaba la cama con ayuda de los gemelos, Harry, que de los dos era el más insoportable –Jack también lo era, pero su hermano era un verdadero incordio-, murmuro para que los adultos no nos oyeran:
-Hey, enana, que paso cuando le abriste la puerta el tipo ese? Parecía embobado contigo.
-Todos quedan embobados conmigo –bromeé-, si soy una belleza. Nada –dije seria nuevamente-, solo le abrí la puerta, me presente y pregunte si quería pasar.
Estuvo el resto de la noche haciéndome preguntas sobre él. Cuando por fin los muebles de mi cuarto estuvieron más o menos en su lugar, pasamos al de los chicos.
Este demoro mucho menos porque el suyo ya tenía armario y habían comprado una de esas camas que viene una encima de la otra.
Mamá y papá dijeron que no nos preocupáramos por el suyo, que lo harían ellos.
Me despedí y me metí en mi nueva cama.
El chico rubio volvió a protagonizar mis sueños esa noche.

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Espero que les guste la entrada. Por favor comenten y recomienden el blog. Gracias!
No olviden pasarse por mi otro blog (click aquí).
Besos y cuídense, Lali.

viernes, 25 de junio de 2010

Comprando muebles.

La tienda no estaba muy llena, pero como tampoco era muy grande, las pocas personas que habíamos estábamos un tanto apretadas.
Estábamos en la cola para pagar, cuando, sin previo aviso, un señor me empuja y mi móvil cae al piso.
Oh por Dios... Esto es igual que en mi sueño! –pensé muy emocionada. Y si de verdad existía mi Edward Cullen?
Espere un momento, para ver si alguien me lo alcanzaba, pero como nadie lo hizo, me agache y lo cogí. En ese instante una mano se choco con la mía, tratando de agarrar el móvil también.
Vacilante, levante la mirada. Era Jack. Que estúpida que fui al no reconocer su mano.
Pagamos la mesa, las sillas y emprendimos camino a la siguiente tienda.
Suerte que papá había encargado todo a domicilio, porque, si no, no se como hubiéramos hecho para siquiera caminar.
Ya eran las 14:30 y habíamos comprado muebles para toda la planta baja, incluyendo la vajilla, pinturas y adornos.
Fuimos a comer a un pequeño restaurant que había cerca de allí. La comida no era tan mala como aparentaba.
-Hey, Mac... –me llamó Jack. Levante la cabeza-.Esperabas que alguien más recogiera tu teléfono hoy en la tienda?
-No, por qué preguntas? –mentí.
-Nada, curiosidad. Es que me pareció que te ibas a morir de la decepción cuando te diste cuenta que era yo.
-Ni idea. Dormiste bien? Tenias hambre?
-Dormí perfectamente, pero si, tenia hambre.
-Ah, debe de ser eso. He podido observar que tu y Harry empiezan a alucinar cuando les falta sueño o comida –me reí.
Cuando todos terminamos de comer papá pagó la cuenta y seguimos en la búsqueda de muebles, ahora para la segunda planta.
-Cariño –escuche que le decía mamá a papá-, y que hay del tercer piso?
-Nada, me dijo Manfred que esta sellado desde antes que el comenzara a trabajar allí, y eso que comenzó hace mas de treinta años... –respondió él.
Con que treinta años, eh? La biblioteca no parecía tener ni la mitad, bueno, sin contar las telarañas y el polvo.
Seguimos comprando hasta las cuatro y media, más o menos. Cuando llegamos a casa encontramos a Manfred discutiendo con un hombre de overol que tenia un camión con el logo de la compañía de muebles detrás de su espalda.
-Manfred! –gritó papá-. No te preocupes, déjalos pasar. Son los muebles.
Sin perder su dignidad, se hizo a un lado y dejo que el hombre hiciera su trabajo.
En ese camión estaban metidos todos los muebles del primer piso, y después llego otro, mucho mas pequeño, con los adornos, pinturas y vajilla.
Una vez que se fueron, llego otro camión, de otra compañía, con los muebles del segundo piso.
Yo abrí la puerta esta vez. El chico que había tocado era igual al de mi sueño, aunque solo con una pequeña diferencia...

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Espero que les guste la entrada, aunque no estaba muy inspirada, diciendo la verdad.
He decidido que no posteare hasta que esta entrada tenga 3 comentarios o más, a ver si haciendo eso consigo que comenten o que le digan a las demas personas que se pasen por mi blog.
Cuidense, Lali.

jueves, 17 de junio de 2010

COCHESS ♥♥♥

Ay, mierda.
Qué le puedo decir a mamá sin revelarle lo de mi biblioteca?
-Eh... Buscaba el baño –sonó como una pregunta-. Eso, si. Buscaba el baño. Y como no estoy muy segura de donde esta, y encima le sumamos el hecho de que estoy media dormida, supongo que me equivoque.
Esperé expectante a ver si se lo tragaba. Así lo hizo.
-Ah, esta bien. Mira, esta por aquí –dijo mientras señalaba la puerta por la que había cruzado Harry hace un momento.- Bueno, veo que ese esta ocupado, sígueme.
Y me guio hasta el baño.
-Date una ducha, que más o menos a eso de las diez, diez treinta partiremos hacia el pueblo, y almorzaremos allí.
-Mamá, una pregunta... Tenemos coche con el que ir?
Se le escapo una risita.
-Claro, Mackenna. Están guardados en el garaje. Hay tres, así que puede elegir cual usaremos –me sonrió.
El agua caliente demoro bastante en salir. Se notaba que nadie la había utilizado en años.
La ducha fue rápida, ya que quería ir a ver los coches. Me fascinaban.
Fui hasta mi habitación muy rápido envuelta en una toalla y cerré la puerta. Cogí la maleta más grande, donde estaba guardada la mayor parte de la ropa, y la abrí.
Al final escogí unos vaqueros y una oscura sudadera, que, por más que tuviera sus años, seguía siendo fabulosa. Después de eso me puse mis calcetines de la suerte (eran grises con ranitas verdes) y unos viejos All Star negros.
Aunque yo no soy quien para decirlo, ese estilo <<descuidado-punk rock>> me quedaba muy bien. Contrastaba con mi pelo, y hacia resaltar mis ojos. Además, cuando me vestía así mis pecas no llamaban tanto la atención, ya que el pelo al resaltar más, llamaba más la atención.
Volví al cuarto de baño con mi cepillo y un secador de pelo. Primero lo desenredé, y, una vez que tuvo el mismo aspecto lacio y recto de siempre, enchufe el secador.
Mientras me miraba en el espejo, me di cuenta de una cosa: estaba vestida igual que en mi sueño.
Por culpa del ruido del secador, no escuche cuando Jack entró al baño y lo desenchufó.
-Mamá te esta gritando desde hace rato paraqué bajes, quiere no se que cosa del los coches.
-Gracias.
Deje el secador y baje las escaleras corriendo.
-MAMÁ! Dónde estas?
-Aquí! -grito alguien desde el otro lado de la pared.
Abrí la puerta y fui hasta la única habitación que no había explorado todavía: el garaje.
Adentro estaban mamá y papá, junto a los tres automóviles más espectaculares que había visto en mi vida: un Audi A6, una camioneta Volvo con tres filas de asientos y una BMW X6.
-PAPÁ! Cómo has hecho para conseguir esto?! –le pregunte mientras examinaba la BMW.
-Cortesía de la empresa, cariño.
No podía creer mis ojos. En Miami teníamos dos coches: una Ford Explorer y una Volkswagen Fox. No estaban nada mal, pero comparado con estos, parecían de juguete.
-Vamos en la Volvo –sentencie.
Cuando estábamos por llegar a la tienda, me di cuenta de que era igual a la de mi sueño. Hasta el clima era igual!